(Aviso: Esta reseña será extremadamente subjetiva debido al
contenido emocional que tiene el disco para mí, pero intentaré ser crítico en
ciertos momentos)
Ah, cuánto tiempo llevaba queriendo hacer una reseña de este
disco. Imaginaerum no será ni el mejor ni definitivamente el peor de los discos
que Nightwish ha creado a lo largo de todos estos años, pero es un disco que
marcó un punto de inflexión en la historia de la banda, les dio un nuevo soplo
de vida y también nos proporcionó uno de los mejores directos en la historia de
la música. Además, curiosamente, se da el caso de que es mi álbum favorito.
Antes de nada, para aquellos que no sepan quienes son,
Nightwish es una banda de metal sinfónico procedente de Kitee, Finlandia. Con
sus tres primeros discos, su particular sonido y la voz de la joven Tarja
Turunen, la banda adquirió fama a nivel europeo, sumando seguidores con cada
lanzamiento.
Nightwish llegó a mí en una etapa en la que mis “horizontes
musicales” se estaban expandiendo, (aunque también es cierto que a un chaval al
que sacabas de Dragonforce, Avantasia, Maiden y 3 o 4 grupos más cualquier cosa
le molaba) y recibí a Tuomas y a los suyos con los brazos abiertos.
Ya interesado por ellos y su sonido, empecé a investigar un
poco más sobre la banda: su historia, discos, letras, etc. Lo típico. Descubrí
las polémicas que tuvieron con la salida de Tarja, la primera cantante (de cuya
salida no comentaré mucho porque entraría en una divagación bastante extensa y
ocuparía mucho espacio). En resumidas cuentas, Tuomas, letrista, tecladista y
co-fundador de la banda, tenía “fuertes sentimientos” hacia Tarja, por decirlo
de algún modo, y se quedó destrozado y hundido con su salida.
Pero como ya se sabe, el show debe continuar, y la banda se
dispuso a encontrar una sustituta para Tarja. Ahí es donde entra en escena la
segunda y más polémica (por su elección) vocalista del grupo, Anette Olzon. Dark Passions Play, el disco que
sucedió a la llegada de Anette, dejó clara la mala situación en la cual se
encontraba la banda desde la salida de Tarja: un relativo cambio de sonido, una
cantante que, aunque en estudio se defendía bastante bien, en directo dejaba
bastante a la luz sus defectos, y el estado anímico de un Tuomas, que sentía que
había tocado fondo.
Una gran parte de todo este período se vio reflejada en
canciones tales como la pseudo-indirecta/pataleta de adolescente al que acaban
de dejar, “Bye Bye Beautiful”, o la sorprendentemente y trágica “The Poet and
The Pendulum”, de la que Tuomas se sirvió como escape para sus emociones de
manera que, en palabras textuales suyas, no acabara matándose él mismo.
Pero, como dice el dicho, “una vez has tocado fondo, sólo
puedes ir hacia arriba.” Honestamente, no pienso que Nightwish tocara fondo con
Dark Passions Play, si bien yo
mismo reconozco que fue una época “oscura y extraña” cuanto menos. Pero lo
importante del asunto es lo que vino después, con el que yo considero el “punto
de inflexión” de la banda.
Los discos conceptuales pueden salir de tres maneras: bien,
muy bien, o increíblemente mal. Imaginaerum
(no confundir con la franquicia de tiendas de juguetes) es un proyecto muy
ambicioso en el que Tuomas puso toda la carne en el asador (tanto así que hasta
hizo una peli del mismo nombre basada en el disco, de cuya calidad se puede
debatir en otro momento), y creó una obra que narraba el viaje de un artista
que padece Alzheimer (creo recordar) en sus últimos momentos, mientras va
rememorando toda su vida. Esta historia se desarrolla de mejor manera en la
película, pero lo importante del asunto es que, con este disco, Anette por fin
empezaba a asentarse y a encontrar su sitio dentro de Nightwish.
Tras muchas críticas, quejas, pérdidas de fans y conciertos
en los que no podía llegar a los mismos registros que en estudio, Anette pudo
por fin encontrar un camino que seguir que la pudiera llevar a sentirse cómoda
y conseguir la aceptación de todo el público. Tristemente, cayó enferma en
medio de la gira norteamericana del disco y la banda se vio en un apuro para
encontrar una sustituta en tan poco tiempo. Floor llegaría al rescate cual
Gandalf en el Abismo de Helm, aprendiéndose el setlist en tiempo récord y
dejando boquiabiertos a todos, miembros de la banda inclusive. Fue tal la
sorpresa y la eficiencia con la que Floor se comió con patatas a todos que,
inesperadamente y en un giro de los acontecimientos, también acabó por comerse
(no literalmente, por razones obvias) a Annette y ésta, sintiéndose
“traicionada” en cierta manera, optó por salir de la banda, dando luz verde a
Floor para ocupar su lugar.
Puede que las decisiones tomadas fueran más o menos
reprochables, según el punto de vista de cada uno (y dejaré que cada uno saque
sus propias conclusiones y decisiones), pero lo que es indiscutible fue el
cambio que dio la banda a mejor con Floor, quien terminó de poner a todos de
vuelta en el camino correcto (hecho que se puede ver bien reflejado en el
directo Showtime,Storytime, el
cual recomiendo a todos que vean).
Por otro lado, una vez acabado el resumen de rigor para
introducir este disco, procedo a meterme en el análisis tema por tema de Imaginaerum:
Empezamos el viaje con Taikatalvi,
una introducción instrumental que se convierte en una especie de nana
finlandesa en la que Marco se pone a cantarnos con su dulce voz, pero como
servidor no sabe finlandés no sé si me está diciendo que me duerma o que me
vaya a tomar viento fresco. Conectando con la intro, ahora llega Storytime, canción que me dejó
ojiplático la primera vez que me la puse y que a día de hoy me sigue flipando
ponerme (tanto la versión de estudio como la versión en directo con Floor).
Además, fue de las primeras canciones que me aprendí más o menos en batería. Un
estribillo que engancha, melodías oníricas que nos introducen en el mundo de
los sueños, etc.; todo es un conjunto que hace que aquél que escuche esta
canción se adentre dentro de los castillos que su propia imaginación crea.
Casi como si de un giro de 360 grados se tratara, Ghost River te hace adentrarte en
un terreno más “oscuro”, casi como de pesadilla (pero sin ser precisamente
una), donde la banda retoma o “adopta” un tono más agresivo (que no les sienta
nada mal) y en el que la combinación de voces de Marco y Anette como dos
entidades distintas que luchan por el control de un niño es sublime.
Dando otro giro de 360 grados, Slow, Love, Slow (que para nada podría entenderse como
título de una película erótica) empieza con un piano melancólico, casi como si
pretendiese evocar las características típicas de una canción de Jazz (el vídeo
musical, que es de una escena de la película, simula directamente que están en
un bar de Jazz), sensación que se acrecienta con la suave batería de Jukka (que
hace un trabajo magistral en este disco) y una Anette que se sale con su voz,
demostrando ser un acompañante perfecto al piano de Tuomas, que te atrapa y no
te suelta, además de unas letras que a mi yo “más intensito” le marcaron cuando
las escuchó en su momento. El tema cierra con la misma melodía de piano que al
inicio y con la guitarra de Empu, que quiere, que ansía arrancar de una vez,
pero que sabe que no es su momento, y deja lugar también a una suave
orquestación de trompetas y el sonido de un reloj, “tic tac, tic tac”, que hace
ver que nuestro tiempo de calma se ha terminado. Ahora viene algo más movidito.
Siguiendo esta línea de cambios bruscos de sonidos, I Want my Tears Back adopta un
tono más Folk Metal, rompiendo la canción con una gaita que marca el ritmo
durante toda la canción, cortesía del multi-instrumentista y posterior miembro
en las filas de los finlandeses, Troy Donockley.
Por el momento hemos tenido una canción típica de metal
sinfónico, una más “metal”, un tema de “jazz” y uno más folky. Cualquiera
pensaría que ya no podrían meter más géneros dentro de un disco. Craso error. Scaretale empieza con un coro de
niños diabólicos que parecen sacados de cierta peli de terror de los 80 de un
señor con una forma muy rara de podar setos. Pero es que la cosa no acaba ahí
porque, a la mitad de la canción, el sonido cambia y parece que estamos metidos
en un circo de los horrores, donde Marco es el siniestro maestro de ceremonias,
mientras va explicando qué cosas extrañas y siniestras se pueden encontrar
allí. Vamos, una pasada.
La primera mitad del disco cierra con otra pieza
instrumental, Arabesque, que
claramente trata sobre un panadero que descubre una nueva forma de hacer pan
sin que se le ponga duro a los dos días.
Y ahora viene la parte más “extraña” del disco (sí, aun
después de todo lo que he explicado con anterioridad). No porque sea mala, ni
por asomo, sino porque supone un cambio de ritmo muy significativo respecto la
primera mitad, teniendo aquí un tono más “calmado”...
...como ocurre en Turn
Loose the Mermaids, donde se refleja el “final del viaje” que es la
vida, siendo el individuo un viajero que está cansado y ha de reposar su bastón
mientras las sirenas le arropan y le llevan a su último viaje. Éste, en mi
opinión es un tema perfecto para ponérselo al final de un largo viaje en coche,
habiendo regresado ya al destino deseado.
Rest Calm y The Crow, The Owl and The Dove, si bien no son temas malos
en ningún aspecto, no aportan mucho a la mezcla final y no puedo evitar
clasificarlas como “de relleno”, lo cual no quita que sean temas disfrutables
por separado (quizá Rest Calm un
poco más).
Entrando ya en la recta final tenemos la definición de
epicidad y grandilocuencia empaquetadas en dos canciones. Last Ride of the Day no se anda con chiquitas y te despierta
de golpe en caso de que te hayas dormido con alguno de los dos temas
anteriores. Como si todos los miembros de la banda tuvieran la imperiosa
necesidad de soltar todas sus emociones reprimidas, esta canción te llena de
vida, dándolo todo en este “último rodeo”, como si quisieran demostrar que aún
siguen vivos y mejores que nunca; como si Tuomas quisiera demostrar que había
vuelto a ser él mismo por fin, como si Anette estuviera lista ya para reclamar
el puesto que le correspondía, como si Jukka, Marco y Empu quisieran demostrar
que ellos tampoco se habían dormido en los laureles y que también volvían con
las pilas cargadas haciendo lo que mejor saben hacer. He de admitir que ésta es
de mis canciones favoritas de la banda, y tiene un estribillo y una melodía que
animarían hasta al más depresivo e “intensito” de los emos.
El último tema ya del disco es una pieza de más de 10
minutos de duración llamada Song of
Myself, que de forma “reflexiva” y dividida en 4 “actos”, cuenta la
historia del artista sobre el que habla el disco, finalizando con un diálogo
entre el artista y su hija, para después acabar con un monólogo reflexionando
sobre su vida y la vida humana en general. A nivel instrumental, es todo lo que
se puede esperar de una canción de Nightwish; orquestaciones bien
estructuradas, guitarra y bajo cautivadores y agresivos a ratos, una batería
que te atrapa y no te suelta ni cuando no está en escena (en serio, Jukka aquí
ha hecho un trabajazo) y una vocalista que (en ocasiones mejor, en ocasiones
peor) sirve de acompañante a un ya de por sí “suculento plato”.
El viaje por el mundo de los sueños (tanto nuestros como los
del artista ficticio) llega de la mano de Imaginaerum, un “outro” instrumental
que recoge fragmentos de ciertos temas del disco para que nos vayamos con el
recuerdo de la experiencia que ha sido este disco y con el deseo de volver a él
cuando deseemos.
Con esta reseña únicamente no creo que consiga hacerle toda
la justicia que se merece Imaginaerum pero, al menos, espero que
quienquiera que la lea se haga una idea de lo que este disco ha significado,
tanto para mí como para la banda en sí, cuya historia y desarrollo no se puede
desligar de éste.
Finalmente, este humilde y todavía inexperto escritor se
despide. A todos aquellos que hayáis aguantado con interés esta reseña, mis más
sinceros agradecimientos y mi deseo de volver a veros por aquí. Un saludo, y
felices sueños en vuestro propio Imaginaerum.
Only the weak are not lonely…
-Saitama