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miércoles, 18 de septiembre de 2019

Nightwish- Imaginaerum


(Aviso: Esta reseña será extremadamente subjetiva debido al contenido emocional que tiene el disco para mí, pero intentaré ser crítico en ciertos momentos)

Ah, cuánto tiempo llevaba queriendo hacer una reseña de este disco. Imaginaerum no será ni el mejor ni definitivamente el peor de los discos que Nightwish ha creado a lo largo de todos estos años, pero es un disco que marcó un punto de inflexión en la historia de la banda, les dio un nuevo soplo de vida y también nos proporcionó uno de los mejores directos en la historia de la música. Además, curiosamente, se da el caso de que es mi álbum favorito.
Antes de nada, para aquellos que no sepan quienes son, Nightwish es una banda de metal sinfónico procedente de Kitee, Finlandia. Con sus tres primeros discos, su particular sonido y la voz de la joven Tarja Turunen, la banda adquirió fama a nivel europeo, sumando seguidores con cada lanzamiento.
Nightwish llegó a mí en una etapa en la que mis “horizontes musicales” se estaban expandiendo, (aunque también es cierto que a un chaval al que sacabas de Dragonforce, Avantasia, Maiden y 3 o 4 grupos más cualquier cosa le molaba) y recibí a Tuomas y a los suyos con los brazos abiertos.
Ya interesado por ellos y su sonido, empecé a investigar un poco más sobre la banda: su historia, discos, letras, etc. Lo típico. Descubrí las polémicas que tuvieron con la salida de Tarja, la primera cantante (de cuya salida no comentaré mucho porque entraría en una divagación bastante extensa y ocuparía mucho espacio). En resumidas cuentas, Tuomas, letrista, tecladista y co-fundador de la banda, tenía “fuertes sentimientos” hacia Tarja, por decirlo de algún modo, y se quedó destrozado y hundido con su salida.
Pero como ya se sabe, el show debe continuar, y la banda se dispuso a encontrar una sustituta para Tarja. Ahí es donde entra en escena la segunda y más polémica (por su elección) vocalista del grupo, Anette Olzon. Dark Passions Play, el disco que sucedió a la llegada de Anette, dejó clara la mala situación en la cual se encontraba la banda desde la salida de Tarja: un relativo cambio de sonido, una cantante que, aunque en estudio se defendía bastante bien, en directo dejaba bastante a la luz sus defectos, y el estado anímico de un Tuomas, que sentía que había tocado fondo.

Una gran parte de todo este período se vio reflejada en canciones tales como la pseudo-indirecta/pataleta de adolescente al que acaban de dejar, “Bye Bye Beautiful”, o la sorprendentemente y trágica “The Poet and The Pendulum”, de la que Tuomas se sirvió como escape para sus emociones de manera que, en palabras textuales suyas, no acabara matándose él mismo.
Pero, como dice el dicho, “una vez has tocado fondo, sólo puedes ir hacia arriba.” Honestamente, no pienso que Nightwish tocara fondo con Dark Passions Play, si bien yo mismo reconozco que fue una época “oscura y extraña” cuanto menos. Pero lo importante del asunto es lo que vino después, con el que yo considero el “punto de inflexión” de la banda.

Los discos conceptuales pueden salir de tres maneras: bien, muy bien, o increíblemente mal. Imaginaerum (no confundir con la franquicia de tiendas de juguetes) es un proyecto muy ambicioso en el que Tuomas puso toda la carne en el asador (tanto así que hasta hizo una peli del mismo nombre basada en el disco, de cuya calidad se puede debatir en otro momento), y creó una obra que narraba el viaje de un artista que padece Alzheimer (creo recordar) en sus últimos momentos, mientras va rememorando toda su vida. Esta historia se desarrolla de mejor manera en la película, pero lo importante del asunto es que, con este disco, Anette por fin empezaba a asentarse y a encontrar su sitio dentro de Nightwish.



Tras muchas críticas, quejas, pérdidas de fans y conciertos en los que no podía llegar a los mismos registros que en estudio, Anette pudo por fin encontrar un camino que seguir que la pudiera llevar a sentirse cómoda y conseguir la aceptación de todo el público. Tristemente, cayó enferma en medio de la gira norteamericana del disco y la banda se vio en un apuro para encontrar una sustituta en tan poco tiempo. Floor llegaría al rescate cual Gandalf en el Abismo de Helm, aprendiéndose el setlist en tiempo récord y dejando boquiabiertos a todos, miembros de la banda inclusive. Fue tal la sorpresa y la eficiencia con la que Floor se comió con patatas a todos que, inesperadamente y en un giro de los acontecimientos, también acabó por comerse (no literalmente, por razones obvias) a Annette y ésta, sintiéndose “traicionada” en cierta manera, optó por salir de la banda, dando luz verde a Floor para ocupar su lugar.
Puede que las decisiones tomadas fueran más o menos reprochables, según el punto de vista de cada uno (y dejaré que cada uno saque sus propias conclusiones y decisiones), pero lo que es indiscutible fue el cambio que dio la banda a mejor con Floor, quien terminó de poner a todos de vuelta en el camino correcto (hecho que se puede ver bien reflejado en el directo Showtime,Storytime, el cual recomiendo a todos que vean).


Por otro lado, una vez acabado el resumen de rigor para introducir este disco, procedo a meterme en el análisis tema por tema de Imaginaerum:

Empezamos el viaje con Taikatalvi, una introducción instrumental que se convierte en una especie de nana finlandesa en la que Marco se pone a cantarnos con su dulce voz, pero como servidor no sabe finlandés no sé si me está diciendo que me duerma o que me vaya a tomar viento fresco. Conectando con la intro, ahora llega Storytime, canción que me dejó ojiplático la primera vez que me la puse y que a día de hoy me sigue flipando ponerme (tanto la versión de estudio como la versión en directo con Floor). Además, fue de las primeras canciones que me aprendí más o menos en batería. Un estribillo que engancha, melodías oníricas que nos introducen en el mundo de los sueños, etc.; todo es un conjunto que hace que aquél que escuche esta canción se adentre dentro de los castillos que su propia imaginación crea.
Casi como si de un giro de 360 grados se tratara, Ghost River te hace adentrarte en un terreno más “oscuro”, casi como de pesadilla (pero sin ser precisamente una), donde la banda retoma o “adopta” un tono más agresivo (que no les sienta nada mal) y en el que la combinación de voces de Marco y Anette como dos entidades distintas que luchan por el control de un niño es sublime.
Dando otro giro de 360 grados, Slow, Love, Slow (que para nada podría entenderse como título de una película erótica) empieza con un piano melancólico, casi como si pretendiese evocar las características típicas de una canción de Jazz (el vídeo musical, que es de una escena de la película, simula directamente que están en un bar de Jazz), sensación que se acrecienta con la suave batería de Jukka (que hace un trabajo magistral en este disco) y una Anette que se sale con su voz, demostrando ser un acompañante perfecto al piano de Tuomas, que te atrapa y no te suelta, además de unas letras que a mi yo “más intensito” le marcaron cuando las escuchó en su momento. El tema cierra con la misma melodía de piano que al inicio y con la guitarra de Empu, que quiere, que ansía arrancar de una vez, pero que sabe que no es su momento, y deja lugar también a una suave orquestación de trompetas y el sonido de un reloj, “tic tac, tic tac”, que hace ver que nuestro tiempo de calma se ha terminado. Ahora viene algo más movidito.
Siguiendo esta línea de cambios bruscos de sonidos, I Want my Tears Back adopta un tono más Folk Metal, rompiendo la canción con una gaita que marca el ritmo durante toda la canción, cortesía del multi-instrumentista y posterior miembro en las filas de los finlandeses, Troy Donockley.
Por el momento hemos tenido una canción típica de metal sinfónico, una más “metal”, un tema de “jazz” y uno más folky. Cualquiera pensaría que ya no podrían meter más géneros dentro de un disco. Craso error. Scaretale empieza con un coro de niños diabólicos que parecen sacados de cierta peli de terror de los 80 de un señor con una forma muy rara de podar setos. Pero es que la cosa no acaba ahí porque, a la mitad de la canción, el sonido cambia y parece que estamos metidos en un circo de los horrores, donde Marco es el siniestro maestro de ceremonias, mientras va explicando qué cosas extrañas y siniestras se pueden encontrar allí. Vamos, una pasada.
La primera mitad del disco cierra con otra pieza instrumental, Arabesque, que claramente trata sobre un panadero que descubre una nueva forma de hacer pan sin que se le ponga duro a los dos días.
Y ahora viene la parte más “extraña” del disco (sí, aun después de todo lo que he explicado con anterioridad). No porque sea mala, ni por asomo, sino porque supone un cambio de ritmo muy significativo respecto la primera mitad, teniendo aquí un tono más “calmado”...
...como ocurre en Turn Loose the Mermaids, donde se refleja el “final del viaje” que es la vida, siendo el individuo un viajero que está cansado y ha de reposar su bastón mientras las sirenas le arropan y le llevan a su último viaje. Éste, en mi opinión es un tema perfecto para ponérselo al final de un largo viaje en coche, habiendo regresado ya al destino deseado.
Rest Calm y The Crow, The Owl and The Dove, si bien no son temas malos en ningún aspecto, no aportan mucho a la mezcla final y no puedo evitar clasificarlas como “de relleno”, lo cual no quita que sean temas disfrutables por separado (quizá Rest Calm un poco más).
Entrando ya en la recta final tenemos la definición de epicidad y grandilocuencia empaquetadas en dos canciones. Last Ride of the Day no se anda con chiquitas y te despierta de golpe en caso de que te hayas dormido con alguno de los dos temas anteriores. Como si todos los miembros de la banda tuvieran la imperiosa necesidad de soltar todas sus emociones reprimidas, esta canción te llena de vida, dándolo todo en este “último rodeo”, como si quisieran demostrar que aún siguen vivos y mejores que nunca; como si Tuomas quisiera demostrar que había vuelto a ser él mismo por fin, como si Anette estuviera lista ya para reclamar el puesto que le correspondía, como si Jukka, Marco y Empu quisieran demostrar que ellos tampoco se habían dormido en los laureles y que también volvían con las pilas cargadas haciendo lo que mejor saben hacer. He de admitir que ésta es de mis canciones favoritas de la banda, y tiene un estribillo y una melodía que animarían hasta al más depresivo e “intensito” de los emos.
El último tema ya del disco es una pieza de más de 10 minutos de duración llamada Song of Myself, que de forma “reflexiva” y dividida en 4 “actos”, cuenta la historia del artista sobre el que habla el disco, finalizando con un diálogo entre el artista y su hija, para después acabar con un monólogo reflexionando sobre su vida y la vida humana en general. A nivel instrumental, es todo lo que se puede esperar de una canción de Nightwish; orquestaciones bien estructuradas, guitarra y bajo cautivadores y agresivos a ratos, una batería que te atrapa y no te suelta ni cuando no está en escena (en serio, Jukka aquí ha hecho un trabajazo) y una vocalista que (en ocasiones mejor, en ocasiones peor) sirve de acompañante a un ya de por sí “suculento plato”.
El viaje por el mundo de los sueños (tanto nuestros como los del artista ficticio) llega de la mano de  Imaginaerum, un “outro” instrumental que recoge fragmentos de ciertos temas del disco para que nos vayamos con el recuerdo de la experiencia que ha sido este disco y con el deseo de volver a él cuando deseemos.






Con esta reseña únicamente no creo que consiga hacerle toda la justicia que se merece Imaginaerum pero, al menos, espero que quienquiera que la lea se haga una idea de lo que este disco ha significado, tanto para mí como para la banda en sí, cuya historia y desarrollo no se puede desligar de éste.
Finalmente, este humilde y todavía inexperto escritor se despide. A todos aquellos que hayáis aguantado con interés esta reseña, mis más sinceros agradecimientos y mi deseo de volver a veros por aquí. Un saludo, y felices sueños en vuestro propio Imaginaerum.

Only the weak are not lonely…

-Saitama